Elogio a la vegetación silvestre de los parques públicos

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO

El desbroce en plena floración primaveral produce demasiadas contraindicaciones para el medio ambiente

21 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace unas semanas tratábamos el serio problema que representa para la supervivencia de los árboles las podas a destiempo, que por cierto el Concello continúa haciendo. Hoy quisiéramos hacer un alegato similar en contra de los desbroces en los parques urbanos que, igualmente a destiempo, se realizan estos días. En realidad es un elogio de la vegetación silvestre en los parques y un recordatorio de los múltiples beneficios que nos brindan, para empezar en cuanto a aquella sequía de la que alegremente ya nos hemos olvidado.

Aunque este año ha sido excepcionalmente lluvioso comparado con los anteriores y con la tendencia que nos muestran los indicadores de la emergencia climática, en cualquier momento volverá la sequía y ya estamos notando el aumento del calor. Una densa capa de hierba alta y vegetación silvestre en los parques conserva la humedad y consecuentemente minimiza la necesidad de riego y ayuda a ahorrar agua.

Esa misma humedad refresca el ambiente y convierte los parques y parterres no desbrozados en pequeños refugios climáticos ante las altas temperaturas. Otra de las importantes funciones de las zonas no desbrozadas en los parques es que, en lenguaje municipal, son «sitios llenos de bichos», lo que traducido significa que permiten servir de refugio y alimento a muchas especies de insectos e invertebrados silvestres, colaborando, por tanto, en la conservación de la biodiversidad urbana pues no olvidemos que estos «bichos» son fundamentales para el mantenimiento de los ecosistemas que nos permiten vivir y del que los polinizadores representan un buen ejemplo.

Desbrozar ahora significa también eliminar, justamente en plena floración primaveral, una buena parte de las valiosas flores y plantas silvestres («malas hierbas» en lenguaje municipal) que sobreviven en nuestros parques y jardines que necesitan a los polinizadores y viceversa. No menos importante, especialmente en los bordes de los caminos y muy especialmente en zonas de taludes y pendientes pronunciadas de los parques, es el papel que juega esa vegetación en prevenir y reducir la erosión y las escorrentías. Su función como elementos imprescindibles para sujetar el suelo nunca es suficientemente valorada, y así pasa lo que pasa con avenidas e inundaciones cada vez que caen lluvias torrenciales, o simplemente su utilidad para defender el suelo fértil del pisoteo, que este es otro de los beneficios que nos brindan: la fertilidad.

La vegetación sin desbrozar oxigena el suelo y completa el ciclo de la materia orgánica en la naturaleza aportando nutrientes esenciales para su propia supervivencia y la de los árboles y arbustos con la que comparten los parques urbanos donde son especialmente necesarios. Es un proceso de compostaje natural de bioresiduos (en lenguaje municipal se denominaba basura) protagonizado por innumerables anélidos, isópodos, coleópteros, cien y milpiés, tisanuros, dermápteros, colémbolos, proturos, nematodos y un largo etc. hasta llegar a los cien millones de bacterias y medio millón de hongos que viven en una sola cucharadita de tierra fértil.

En estas islas de naturaleza que son los parques deberíamos desbrozar solamente lo imprescindible, manteniendo siempre accesibles evidentemente las zonas de paso, y hacerlo solo durante otoño e invierno y por lo mismo deberíamos también llenar de plantas silvestres los alcorques de los árboles urbanos. Es solo cambiar la forma de pensar lo que entendemos por entornos limpios: desbrozar los parques no es «limpiar» sencillamente porque las plantas silvestres no son basura.