La profe que te reconcilia con el azúcar: «Dedico unas diez horas a cada tarta»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Pasó de hacer vídeos en el confinamiento a ser una codiciada repostera que defiende el consumo ocasional: «No la tomas todos los días, por eso tiene que estar muy rica»

16 mar 2024 . Actualizado a las 10:12 h.

De las pocas costumbres que los adultos conservan del niño que fueron, soplar la tarta de cumpleaños suele ser el más universal. Este rito es un arte para Sara Pequeño que, a sus 38 años, aún no quiere dejar de jugar con muñecos. Además de sentirse cómoda en su apellido, disfruta su universo de color y manualidades, modelando tartas temáticas y figuras de fondant con las que otros celebran fases vitales. Ella es y está tras el proyecto Ms. Robinson. «Claro que me da pena entregar las tartas. A los clientes les pido que por favor no se coman los muñecos, aunque son comestibles, por el trabajo que dan. Yo modelo y elaboro cada detalle». Cumpleaños y bodas demandan las creaciones de esta viguesa que acumula 11.000 seguidores en Instagram y suma miles de clientes, cada vez más.

Llegó a la repostería por casualidad. Estudió Pedagogía y Trabajo Social teniendo a una madre docente como referencia, aunque nunca llegó a ejercer. La faceta de profesora la desarrolla en los cursos de elaboración de tartas decoradas y dulces que imparte en su obrador. Es un complemento a su trabajo habitual elaborando tartas y caterings dulces y salados por encargo. Cada vez llegan más pedidos y cada vez más complejos. «Es rara la semana que no tengo que decir que no a algún pedido, no puedo asumir más. Los dulces para fiestas hay que hacerlos en el día, los viernes y sábados; por la semana son más los pedidos para eventos de empresa», explica.

Esta forma de vida nació en el año 2008, mientras esperaba su primer trabajo en el ámbito de lo social. «Empecé viendo en internet recetas de repostería anglosajona. Un día llevas una tarta a un cumple de un amigo, y de ahí te sale un encargo para otro cumple, y de ahí para otro cumple...». El punto de inflexión llegó en la pandemia cuando sus seguidores en redes sociales se dispararon y muchos de ellos se convirtieron en clientes. «Empecé en el confinamiento, por aburrimiento. Cuando empezamos a salir a la calle, la gente me paraba para agradecer los vídeos , aún me pasa hoy en día».

Su despacho en el mercado de O Progreso, en Vigo, fue una referencia y dio paso luego a una tienda en el Casco Vello. Hace unos meses que Sara Pequeño decidió cerrar el despacho al público, no por falta de clientes, sino por exceso. «Se empezó a desmadrar un poco el tema de los eventos. Me gustaba estar cara el público y ofrecer un postre distinto cada día para probar, pero lo que me llena es hacer tartas». Elabora cada detalle de los dulces. «Con cada tarta me paso diez o doce horas, desde que empiezo con el diseño hasta que la entrego, la repostería conlleva procesos largos». 

La moda de las tartas

¿Su tarta más curiosa? Una con la imagen de Satán. El mayor desafío fue la recreación de la escena de Gandalf contra Balroj, de El señor de los anillos. La moda en estos momentos es la tarta excavadora, en la que el chocolate exterior se rompe con la maquinaria de obra, o la tarta al estilo safari, con figuras de animales. «Triunfa mucho la tarta de Muerte por chocolate, también una que es como un Tigretón gigante, con nata frambuesa y chocolate, o la Red Velvet, pero mi favorita es la Cheescake de Lotus, que es una tarta cremosa de queso».

La decoración es uno de los fuertes de esta artesana que limita al máximo el uso de pasta de azúcar o fondat. «Cuido mucho los ingredientes. Una tarta es para una ocasión especial, no es para todos los días, por eso tiene que estar muy rica. No me gusta cubrir las tartas de una capa de azúcar». El acabado de esta repostera es la crema del sabor del dulce y, sobre eso, los muñecos o figuras que hace a mano con ingredientes comestibles. Ya de niña le encantaban las manualidades y cocinar con su tía, dos facetas que sigue practicando. «Imitaba los programas de cocina de Carlos Arguiñano y jugaba a hacer una masa con huevos de las gallinas de mi abuela, tierra y flores», explica.

La Sara Pequeño niña soplaba las velas con tarta de la abuela casera; ahora hay muchas otras opciones, pero también empatiza con las madres y padres que evitan darles dulces procesados a sus hijos. «Entiendo que no se quiera dar azúcar a los niños, hay alternativas para endulzar con dátiles o zanahorias, igual que hay opciones para los veganos. Todos los procesos se pueden conseguir con otros ingredientes, pero hay que saber, porque la repostería es exacta, no puedes dejar de echar azúcar y esperar que el bizcocho quede bien sin más. Cada ingrediente se comporta de una forma».

El dulce es su medio y su forma de vida. Además de cocinar, dedica horas a ver vídeos de repostería. «Claro que he conquistado con dulce y otra cosa que hago es llevar chocolate a mis amigas si están pochas. Hay pocas personas que reaccionen mal a un pastelito». A ella también se la ganaron por el estómago: Su marido es cocinero. A (casi) nadie le amarga un dulce.

Su canción favorita

«Ms. Robinson», de Lemonhead. «Cuando empecé con el proyecto sabía que no quería un nombre convencional, no quería ser Los Postres de Sara. Como la peli de El Graduado me había gustado mucho y me marcó, elegí esta canción. El lema de Ms. Robinson es: haz feliz a tu barriga y tu corazón».