La serie «El encargado» brilla de nuevo en su segunda temporada

I.C. MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Eliseo, el portero del edificio, deberá buscarse nuevos aliados, algunos de ellos insospechados, con la llegada de una joven al inmueble

01 feb 2024 . Actualizado a las 16:17 h.

Llegó al catálogo de Disney+ a través de Star sin hacer apenas ruido, pero por méritos propios El encargado se convirtió en una de las series más divertidas y brillantes del pasado año. La historia, creada por Mariano Cohn y Gastón Duprat, seguía los pasos de Eliseo, el portero de un edificio de corte brutalista situado en un barrio de clase alta de Buenos Aires, que vive en un minúsculo apartamento ubicado en la azotea del edificio. Los primeros compases de la ficción ya dejaban claro que el tipo, al que Guillermo Francella borda, es un caradura de intenciones nada claras, que pasa del candor a la ira con una facilidad pasmosa y actúa a menudo como un sociópata. Cobra comisiones a los operarios que acuden a arreglar el jardín o el ascensor, controla y vigila a todos los vecinos y usa sus viviendas cuando se quiere dar un homenaje, aunque la suya sea una vida más bien austera.

En aquella primera temporada, el principal conflicto de la comedia fue un proyecto impulsado por el consorcio del edificio, que presidía el abogado Matías Zambrano, al que da vida un Gabriel Goity cuyo físico le viene que ni pintado. Zambrano es el gran villano de la función y su gran idea consistía en despedir a Eliseo, externalizar su trabajo, derribar su casa y construir una piscina y un spa en la azotea. Sin embargo, y cuidado porque esto es spoiler, una intrincada estrategia diseñada por el encargado para recabar apoyos lograba evitar en el último momento su despido, si bien se quedaba sin casa y tenía que pasar a vivir a uno de los apartamentos vacíos del inmueble

Inquilina e «influencer»

La segunda temporada también ha llegado casi sin preaviso —solo quince días de antelación— y comienza cuando llega al bloque Lucila Morris (María Abadi), una influencer responsable de una oenegé solidaria que desde su llegada al edificio se propone auditar y corregir algunas sospechosas cifras que arrojan los gastos del lugar. El asunto llevará a Eliseo a trazar un nuevo plan que le obligará a buscar nuevos aliados, algunos del todo insospechados, para tratar de parar los pies a Lucila.

Una vez más, el peso de toda la ficción vuelve a recaer en un Francella juguetón, preciso y meteórico, que continúa ensayando caras frente al espejo, sigue dejándose advertencias y mensajes importantes en el contestador, y cuyos triunfos en el pasado han hecho crecer su soberbia y ambición, a juzgar por los primeros encontronazos con un Zambrano derrotado, al que acaba de dejar su mujer. No es el único cadáver en el edificio. La pareja formada por la arquitecta y la médico también se rompió por los tejemanejes de un Eliseo que mantiene su perfil austero, pese a que practica golf en la azotea y vive en un piso de más de cien metros cuadrados. Eso sí, se ha tecnologizado y ha desplegado decenas de cámaras en las zonas comunes, convirtiendo una de las habitaciones en una espectacular sala de vigilancia.