«Sugar», un detective honrado y encantador en Los Ángeles

Borja Crespo MADRID / COLPISA

PLATA O PLOMO

Mario Anzuoni | REUTERS

Colin Farrell protagoniza la nueva serie de Apple TV+

04 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Poco se puede reprochar a Apple TV+, salvo que no sea posible descargar una aplicación decente en cualquier dispositivo para ver su contenido al completo. Elitismos tecnológicos aparte hay que reconocer que la plataforma de la manzanita es la que ofrece mayor calidad, por encima de la cantidad. Menos estrenos, más cuidados.

Una oferta (casi) impecable a la que se ha unido Sugar, ¿una de las series del año? Probablemente, pero tamaña frase promocional ha perdido su razón de ser desde que se utiliza todas las semanas para publicitar dos o tres lanzamientos diferentes, lo que nos lleva a reunir más de un centenar de propuestas al año, una cifra alejada de la realidad.

Demasiados pepinazos, pero aquí se procura hablar con propiedad y objetividad, y esta proposición decente liderada por Colin Farrell es una delicia. Para empezar, los capítulos no se van mucho más allá de la media hora —excepto el piloto—, la ficción permite un respiro, y tanto la atmósfera, el tono como las descripción de los personajes es exquisita. El rol principal es un un investigador escrupuloso, que imita en espíritu a sus ídolos del cine negro clásico. Bogart y compañía, con El halcón maltés en un pedestal, son su modelo a seguir, como si hubiese escapado de El sueño eterno.

Fiel a su principios, lucha contra los fantasmas del pasado y los demonios internos del presente mientras ejerce de detective privado emocionalmente implicado en la desaparición de la nieta de un magnate. La sinopsis no llama especialmente la atención, pero lo interesante de esta apuesta visual de cuidado montaje, que incluye la integración de fragmentos seleccionados de títulos míticos del séptimo arte, es cómo está contado el relato y cómo se mueven en escena sus protagonistas.

Farrell encarna con encanto y personalidad al investigador de principios férreos, alérgico a emplear la violencia, aunque, cuando no le queda otro remedio, sabe utilizarla con elegancia. Le gusta presumir de su cinefilia, una manera de entender el mundo. En una visita al médico, debido a unos temblores preocupantes en el brazo, le explica al especialista una secuencia clave de La cosa, la cinta de culto del maestro John Carpenter. En algunos momento precisos, Sugar encaja escenas emblemáticas del noir cinematográfico, destellos en color o blanco y negro con patina nostálgica (El beso mortal, Los sobornados, Gilda o Johnny Guitar, entre otras imágenes legendarias), que tienen que ver con lo que está sucediendo en la historia o tienen relación directa con el comportamiento del detective John Sugar, surgido de una película de los años cuarenta, cuyos pensamientos podemos escuchar en una voz en off, como mandan los cánones. El misterio a resolver se va enrevesando, implicando a una colección de sujetos al borde de la ley, de existencias entrecruzadas, que reflejan el lado oscuro de Hollywood.

Buena música

La primera temporada de Sugar consta de ocho episodios, cuya acción transcurre en la actualidad. El uso del teléfono móvil y otros avances que afectan a nuestra sociedad cuentan con su reflejo en un proyecto co-protagonizado por Amy Ryan (The Wire), Kirby (Sandman), James Cromwell (Succession), Dennis Boutsikaris (Better Call Saul), Anna Gunn (Breaking Bad), Sydney Chandler (Pistol) y Natham Corddry (Mindhunter). Creada por Mark Protosevich, que no cuenta precisamente con una gran filmografía como guionista (el remake de Old Boy o Soy leyenda), dirige el invento —ojo al dato— Fernando Meirelles, responsable de Ciudad de Dios y El jardinero fiel, dos títulos con mucha enjundia.

Junto a Poker Face, disponible en SkyShowtime, Sugar, donde las referencias cinéfilas son habituales, es una de las grandes series de detectives del momento. Farrell despliega su talento interpretativo, la ecléctica selección musical es de altura (Bob Marley, Rosalía, Daft Punk, Billy Joel, Kim Gordon, Iggy Pop...) y hay gusto y devoción tras la cámara. Es difícil no encariñarse con John Sugar, un tipo noble y entero, a ratos melancólico, que no duda en ayudar al necesitado, obsesionado por el orden en su trabajo. No se mueve por lugares agradables en su deseo de desvelar incógnitas, en contraste a su estilo pulcro y contenido. Un alma incorruptible en un mundo en llamas.