¿Me debe preocupar que los insectos tengan consciencia? Pues según los investigadores que acaban de firmar la Declaración de Nueva York sobre la conciencia animal, sí. Este documento, muy breve (solo cuatro párrafos), se presentó el día 19 en una conferencia en la Universidad de Nueva York. En él se dice que «la evidencia empírica indica al menos una posibilidad realista de experiencia consciente en todos los vertebrados (incluidos reptiles, anfibios y peces) y muchos invertebrados (incluidos, como mínimo, moluscos cefalópodos, crustáceos decápodos e insectos)», de donde se extrae la siguiente consecuencia: «Cuando existe una posibilidad realista de experiencia consciente en un animal, es irresponsable ignorar esa posibilidad en las decisiones que afectan a ese animal».
Esta declaración se viene a sumar a toda esa obra de ingeniería social que se inició con la publicación en 1975 del libro Liberación animal. Este movimiento de liberación animal es una mezcla de utilitarismo, ansia por acabar con la ética tradicional y minusvaloración de la condición humana. Los mismos que se preocupan por si los insectos tienen consciencia, desprecian el embrión y el feto humanos (algunos, incluso al recién nacido humano con una discapacidad, de tal manera que legitiman el darle muerte hasta el primer mes de vida, como el filósofo australiano Peter Singer). Hasta ahora nadie ha sabido justificarme esta incoherencia, por lo que seguiré defiendo a la especie humana por encima de todo.