Moteros y guardias civiles dan su último adiós al agente muerto en el accidente de Quiroga

Carlos Cortés
Carlos Cortés QUIROGA / LA VOZ

QUIROGA

Compañeros suyos del motoclub de O Valadouro recorrieron 190 kilómetros para estar en el funeral

09 may 2024 . Actualizado a las 22:02 h.

Cientos de personas dieron este jueves el último adiós al guardia civil que murió en Quiroga en un accidente de moto. Al funeral acudieron decenas de familiares, amigos y vecinos del fallecido, pero también muchos aficionados a las motos de los dos clubes a los que pertenecía, uno de Quiroga y el otro de O Valadouro.

La comitiva fúnebre con el cuerpo de P.R.S., que tenía 47 años, salió a las siete de la tarde del tanatorio de la funeraria Garrido, en el casco urbano de Quiroga. Desde allí fue trasladado a la cercana iglesia de O Hospital porque el fallecido era originario de esa parroquia.

En su recorrido de poco más de dos kilómetros hasta O Hospital, el coche fúnebre fue acompañado por dos coches de la Guardia Civil y por más de un centenar de motos. Los que las conducían eran en su mayor parte integrantes de los clubes A Curuxa, de Quiroga, y O Valadouro, de los que P.R.S. era socio.

Los que venían de O Valadouro se habían dado cita allí poco antes de las tres y media de la tarde, para hacer juntos los casi 190 kilómetros que separan esa localidad de A Mariña interior de Quiroga. En un mensaje de duelo en sus redes sociales, los responsables de ese club de moteros animaban a participar en lo que calificaban como «la última ruta» con el fallecido.

Al funeral acudieron también numerosos agentes de la Guardia Civil, unos de paisano y otros con el uniforme de gala del cuerpo.

Guardias y moteros

El ataúd con los restos mortales de P.R.S. fue llevado a hombros hasta el interior de la iglesia por guardias civiles de uniforme y amigos suyos vestidos con trajes de motociclismo. El recorrido desde el coche fúnebre hasta la iglesia lo hicieron con la música de fondo del himno de la Guardia Civil.

Tras el funeral, los moteros volvieron en caravana al casco urbano de Quiroga. Querían terminar de despedir a su compañero depositando una corona de flores en el lugar en el que tuvo lugar el accidente mortal del miércoles, el tramo de carretera de solo unos cientos de metros que une San Clodio con Quiroga.

Hasta ese momento, habían participado en silencio en el funeral, pero allí hicieron rugir los motores de sus motocicletas. «A él le encantaba el ruido del motor», asegura Miguel Garrido, compañero del fallecido en el motoclub A Curuxa.

El agente fallecido trabajaba como Guardia Civil de tráfico y llevaba aproximadamente año y medio en el destacamento de O Barco. Antes había pasado años destinado en Burgos y en Logroño.