Un empresario gallego, su mujer y su hijo mueren al estrellarse su avión en EE.UU.

D. Vázquez / C. Devesa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Alfredo Díez, con uno de sus aviones
Alfredo Díez, con uno de sus aviones Atlantis Aviation

El «jet» de la compañía del betanceiro cayó en una zona boscosa cerca del aeropuerto al que se dirigían para intentar un aterrizaje de emergencia

28 mar 2024 . Actualizado a las 19:24 h.

Alfredo José Díez Seoane, , un conocido emprendedor de Betanzos, perdió la vida el domingo en un accidente aéreo en Virginia (Estados Unidos). En el siniestro también perecieron otras cuatro personas, entre ellas su mujer, Kseniia Shanina y su hijo, Nicolás, de tres años. El empresario gallego tenía 39 años. El suceso conmocionó este lunes a todo Betanzos, cuando trascendió la noticia de su fallecimiento. El entorno de Díez confirmó que toda la familia viajaba en un jet privado propiedad del gallego, de su aerolínea Atlantis Aviation. Junto a los tres estaban otros dos dos pilotos, uno de ellos llamado Claudio. Sufrieron el accidente cuando estaban intentando un aterrizaje de emergencia cerca del aeropuerto de Ingalls Field.

La fuerza aérea estadounidense está analizando las causas del siniestro del jet, un IAI Astra 1125, un avión bimotor fabricado por Israel Aerospace Industries. Jeff Ford, presidente de la Autoridad Aeroportuaria del Condado de Bath, aseguró a medios estadounidenses que hubo una emergencia a bordo, lo que provocó que el avión intentara aterrizar en el aeropuerto de Ingalls Field, pero que se estrelló en una zona boscosa próxima al aeródromo.

Debido al impacto el aparato, este acabó incendiándose, según recogió la prensa local. El suceso se produjo sobre las tres de la tarde, hora local (20.00 en España), y a la familia la avisaron de que no había supervivientes en el accidente. Su madre, María del Carmen Seoane, y su hermana, Miriam Díez, tienen previsto trasladarse este lunes a Estados Unidos para identificar los cuerpos e intentar tramitar su repatriación.

El aeropuerto al que se dirigían Alfredo y su familia es conocido en Estados Unidos por su peculiar ubicación, ya que está situado en la cima de una montaña, de forma que se trata de una zona expuesta a fuertes rachas de viento, según medios locales. En el momento del accidente había ráfagas de 38 kilómetros por hora.

La policía estatal de Virginia apuntó que el vuelo despegó de Fort Lauderdale, en Florida, el aeródromo base de la compañía del betanceiro, y que el objetivo del viaje era asistir a un evento en el Homestead Resort en Hot Springs, en Virginia, según un abogado y amigo de la familia del propietario del avión.

Lugar donde se estrelló el avión bimotor en el viajaban cinco personas
Lugar donde se estrelló el avión bimotor en el viajaban cinco personas The Recorder, Austin Hall | REUTERS

Alfredo José Díez Seoane creció en el centro de Betanzos, estudió en el instituto Francisco Aguiar y vivía en Miami, donde dirigía una empresa de formación de pilotos, Atlantis Aviation, con sucursales en varios países. Se formó en la Escuela de Pilotos Aeroflota del Noroeste (AFN), con base en el aeropuerto de Alvedro, en A Coruña. En un reciente reportaje en La Voz, explicaba que debía su profesión a que su padre era ingeniero, viajaba mucho y lo hacía con toda la familia. Tras bregarse en horas de vuelo en destinos internacionales optó por irse a Estados Unidos, convalidar su licencia y hacerse instructor. Hace un decenio empleó 300 dólares en diseñar una web con un programa para acortar los plazos de los pilotos para coger experiencia.

«En el 2015 compré una avioneta, en el 2016 fundé la escuela, en el 2018 creé una empresa de mantenimiento y en el 2020 compré una aerolínea de reactores privados», relataba Díez, que el año pasado había hecho crecer la empresa con una flota de cinco reactores y tres avionetas de hélices, y estaba ya tramitando la compra de otros tres.

La compañía que fundó también fue lo que le permitió crear una familia. Una de sus alumnas, una ciudadana rusa, se convirtió en su esposa. Se casaron en Oza-Cesuras y tenían un niño de tres años. 

Tanto el personal de su compañía en el país norteamericano como socios de este emprendedor reconocían este lunes estar en shock tras conocer este suceso.

La alcaldesa de Betanzos, María Barral, transmitió su consternación «tras coñecer a nova do pasamento dun betanceiro, a súa dona e fillo nun accidente aéreo en Virxinia, no que faleceron tamén outras dúas persoas. As miñas condolencias para a familia e as súas persoas achegadas en nome de todo Betanzos».

Asimismo, Cecilia Vázquez, portavoz municipal del PP en Betanzos, lanzó un mensaje de pesar a través de sus redes sociales. «Sin palabras... Fue una fatalidad, desgracia e injusticia. D.E.P Alfredo, su mujer y el pequeñajo. Un fuerte abrazo y mi más sentido pésame», escribió en su perfil de Facebook. Junto al de ella, la plataforma se llenó de publicaciones en recuerdo del betanceiro.

Desde AFN, escuela coruñesa en la que se formó Alfredo, también mostraron la tristeza de perder a un compañero de profesión y amigo. «Era un piloto muy experimentado y un gran emprendedor», comentó David Fernández, director de operaciones de la empresa, que reconocía que seguía de cerca la carrera de Alfredo en Estados Unidos. Otros alumnos formados en la escuela fueron los que le dieron la trágica noticia de su muerte.

Conmoción en su entorno

La noticia cayó como un jarro de agua fría a ambos lados del Atlántico, ya que desde el estado de Florida, donde vivía Alfredo, también fueron muchas las muestras de condolencia. «Mi gran amigo Alfredo J. Diez partió este domingo con su familia y tripulación a su vuelo eterno. Alfredo y yo hicimos negocios juntos desde el 2019 y fue un gran gallego. Un ciudadano español que construyó dos empresas en estos últimos años representando muy bien a España y Galicia en el sur de Florida», apuntó Adolfo Pérez Castillo, compañero de profesión del betanceiro. Su publicación en Facebook, que acompañó con una fotografía en la que se ve a Alfredo con su mujer y su hijo en la escalera de acceso a una avioneta —«era la imagen que tenía en su perfil de WhatsApp—, aclara», recibió a su vez numerosos comentarios de cariño por parte de compañeros del betanceiro en Estados Unidos.

Otras víctimas gallegas que se ha cobrado la aviación

En 1973 Galicia registró la peor catástrofe aérea de su historia, al estrellarse en Montrove (Oleiros) un vuelo de Aviaco. Hubo 85 muertos, el pasaje y la tripulación al completo. Pero ya en el siglo XXI también ha habido un goteo de accidentes aéreos —dejando a un lado los de aviación militar— con víctimas de origen gallego.

abril del 2004

Santiago. Tres personas fallecían al saltar de un globo aerostático incendiado en pleno vuelo tras chocar con una chimenea. Una de las víctimas era un piloto de motos, José María Martín Vázquez, coruñés de 36 años. Otro de los fallecidos, un sevillano de 28 años llamado Roberto Rodríguez, también residía en la ciudad herculina y fue incinerado en el cementerio de Feáns.

agosto del 2005

Monterrei. Antonio Díaz, un experimentado piloto de 50 años y vecino de Láncara, falleció al estrellarse su avioneta antiincendios en la parroquia de Medeiros, donde hacía labores de apoyo a la extinción de un fuego. La aeronave chocó con las copas de unos árboles y luego impactó contra el suelo.

septiembre del 2006

Lugo. El piloto coruñés Eduardo Carreras, de 73 años, falleció al precipitarse en pleno aeródromo de As Rozas el avión ultraligero que estaba probando, un modelo artesanal que solo tenía once horas de vuelo y que solo la víctima había pilotado.

diciembre del 2018

Oporto. Un helicóptero portugés de emergencias sanitarias sufre un siniestro en pleno vuelo y se precipita sobre la sierra de Valongo, cerca de Oporto. Las investigaciones apuntan al choque con una antena de telecomunicaciones, que provoca una explosión en pleno vuelo. La consecuencia es que sus cuatro ocupantes mueren. Se trata del piloto, el copiloto, una enfermera y el médico, el coruñés Luis Vega, de 47 años, que trabajaba en un hospital luso.

marzo del 2019

Adis Abeba. Un Boeing 737 de Ethiopian Airlines se estrelló seis minutos después de despegar desde la capital etíope. No hubo supervivientes. Fallecieron 157 personas, entre ellas un ingeniero químico catalán de 46 años y una cooperante de 32 años de Cangas, Pilar Martínez Docampo.