Yo diagnostico, tú diagnosticas

Carmen González Llorca

CARBALLO

02 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Asistí, días atrás, a una amena conferencia impartida por el novelista Jesús Carrasco ( Intemperie, La tierra que pisamos, Llévame a casa y Elogio de las manos), quien comenzó su intervención agradeciendo la presencia en el salón de actos de la UNED de tantas mujeres profesoras ( «las mujeres son las que leen…», dijo) y aludiendo a cómo estimaba que el trabajo más noble que existía era el de profesor (él es hijo de uno de ellos). El auditorio, formado por profesores matriculados en el XIX Encuentros literarios con escritores, se sintió muy halagado, en un momento en el que «no está de moda» estudiar y todo quisque, hasta el más ignorante, sabe de todas las materias habidas y por haber… La Consellería de Educación, esa señora que ofrece formación al profesorado, lleva manteniendo este ciclo desde años ha, y los que vivimos cerca de A Coruña, estamos muy agradecidos de haber podido conocer y escuchar a autores de la talla de Luis Landero, Muñoz Molina, Eduardo Mendoza, Rosa Montero, Carmen Riera, Marina Mayoral, Abad Faciolince, Leopoldo Padura, mi admirada y fallecida Almudena Grandes… ¡ Un dinero público muy bien invertido! No opino lo mismo, lo siento, del desembolso mayúsculo que esta señora consellería va a llevar a cabo con las pantallas. También se nos está formando, pero… qué quieren que les diga… Una servidora, como profesora de Lengua y Literatura Española, a la que le preocupa, sobre todo, que sus alumnos lean, entiendan, escriban, piensen, comenten, argumenten… se conforma con materiales de menor cuantía.

Como si de una economía doméstica se tratase, invertiría (y creo que no soy la única que opina así, pero como no nos preguntan…) parte de ese «pastizal» en la contratación de más profesores, para evitar el principal problema de nuestro sistema educativo: la masificación de las aulas. No hace falta ir a Oxford y volver… para comprender que un aula de 1.º o 2.º de ESO con treinta alumnos es una barbaridad. Que lo pinten como quieran, de verde, de azul, de rosa, de amarillo… con pantalla, sin pantalla, con portátil, sin portátil, con música de fondo, con gominolas, sin ellas…

Un alumno, en grupos reducidos, puede ser mejor atendido, al igual que un paciente por un médico que no ha de estar presionado por el reloj ni por la cola de la sala de espera… Y aquí viene la polémica; sin querer, he relacionado ambas profesiones… La señora consellería, a la que Pepito Grillo le debe de estar reconcomiendo la sesera, porque algo ( ¿solo algo?) está fallando, y teme, cual horda de espadas damoclianas, el informe PISA (¡ vaya nombrecito! «Pisa morena, pisa con garbo»…) se saca de la manga una evaluación de diagnóstico. ¿Somos médicos, los profesores, para diagnosticar? No mezclemos churras con merinas, ni confundamos la gimnasia con la magnesia… Dejémonos de competencias, de utilizar un vocabulario críptico, retorcido, absurdo, empleado solo para despistar («como si controlasen mucha pedagogía»…), para que la atención «se disperse…».

No todo lo que corresponde al pasado está mal. Las notas numéricas, mal que nos pese, es lo menos malo de lo que podemos disponer para evaluar… Pero como la señora consellería, supongo que no me va a hacer ni caso, voy a seguir leyendo. La utilidad de lo inútil de Nuccio Ordine… a ver si la hago rabiar un poquito, pues este señor sí que sabía, de verdad, lo que es la educación.